El marcaje entre las redes sociales parece similar al
que hace años temían los portales o los buscadores. Hasta que se decanta
el mercado por uno o por otro, y cada cual decide seguir su camino sin
mirar al lado. Hoy Facebook acaba de anunciar que Instagram, el servicio
de filtros fotográficos que compró por 765 millones de euros, comenzará a integrar también vídeos. El movimiento suena a lo que hizo hace unos meses Twitter con la aplicación Vine, que ya se puede descargar en móviles de Apple y de Android.
Instagram ha logrado enviar 16.000 millones de fotos, con más de mil millones de "me gusta" y más de 130 millones de personas utilizando la aplicación cada mes, pero no era suficiente. "Ahora es cine", señala Systrom, que se compromete a no poner publicidad en la aplicación.
La cuestión es si Facebook va a seguir complicando la vida de sus fieles usuarios, porque Instagram triunfó como una herramienta sencilla, rápida y eficaz para jugar con las fotos y distribuirlas al instante. Si Facebook consigue lo mismo con los vídeos será un éxito, si se lía, seguirá perdiendo atractivo entre los jóvenes que, de momento, son los que tienen más actividad con Instagram.
Systrom insiste mucho en la sencillez y en que Instagram sigue como siempre, con la misma simplicidad, la misma belleza y la misma habilidad para recoger y transmitir los instantes de la vida que valen la pena. A efectos prácticos se mantienen la misma pantalla, pero con un nuevo icono para distinguir la foto del vídeo. se le añaden 13 filtros especiales para el vídeo. Y basta un botón para borrar si no agrada el vídeo. Tampoco se etiquetarán las imágenes de vídeo, para no complicar la aplicación. Corto y sencillo, como la misma presentación de Systrom, 15 minutos y adiós.
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